Fíjense ustedes que después de todo lo dicho he de reconocer que, visto desde lejos (donde el frío y el mal tiempo no te calan tanto como cuando estás dentro), el edificio en el que trabajo la mayor parte del tiempo hasta tiene su puntito:

Y el otro edificio en el que trabajo disfruta de unos atardeceres preciosos:

Es más. Hasta hay ocasiones en las que esta ciudad se vuelve coqueta y no te deja pensar durante un rato en todo lo que va mal, y en lo absurdo que es que vaya tan mal (lo que es bueno para reconciliarse con la realidad de vez en cuando):






