La situación actual de la física cuántica (o de partículas, si se prefiere) es que no se conoce qué es la realidad por debajo de ese nivel. Se trabaja en proponer modelos matemáticos ahí abajo -por debajo del modelo estándar-, como tradicionalmente siempre se han propuesto, pero ahora con una complejidad verdaderamente abrumadora, para explicar lo que se observa en el mundo de las partículas elementales.
Hay varios tipos de problemas con eso. El “menos” importante es que muchos efectos de la realidad de las partículas elementales que predicen estos modelos -si es que éstas existen como entidades modelables por debajo matemáticamente, que hay quien lo discute- no pueden verificarse experimentalmente dada la cantidad de energía necesaria. Digo que esto es lo “menos” importante porque quizás a través de experimentos indirectos o de simple evolución tecnológica se podría solventar.
El problema más preocupante, bajo mi punto de vista, es que encontrar un modelo matemático que explique la existencia de lo que llamamos partículas es una cosa, pero demostrar experimentalmente que es el único que la explica es otra. De hecho, probablemente esto último sea imposible. Puede que haya, en el caso extremo, infinitos modelos matemáticos posibles que expliquen correctamente la realidad. Históricamente, cuando esto ha pasado, el científico se quedaba con el modelo más simple (el principio de la navaja de Occam), pero ¿y si varios son equivalentes en simpleza? Es que eso del “más simple”, al nivel de complejidad que están adquiriendo los modelos hoy en día, es casi un eufemismo, por no decir directamente una broma.
Y si tenemos infinitas explicaciones matemáticas sobre la realidad (que no es algo intrínsecamente malo), indistinguibles por experimentos físicos, nos encontramos con que los físicos teóricos que estudian estas cosas se tienen que hacer verdaderos expertos en matemáticas avanzadas, teoría de la información y filosofía (metafísica), como poco (dicen que sólo un observador es capaz de transformar a nivel cuántico una nada llena de posibilidades en una experiencia medible concreta, una de las “cosas” que pasan al nivel de las partículas elementales, pero ¿qué se entiende por un observador?).
De hecho, ¿es posible que las matemáticas expliquen lo que hay por debajo de las partículas? Podría ser que no -se asume que sí, pero no se demuestra-. ¿Se terminarán fusionando todas estas disciplinas del pensamiento humano para poder lograrlo? ¿Será realmente un físico quien descubra la teoría del todo y no un matemático o un filósofo? Curioso (y extraño) bucle, siendo los últimos los que dieron nacimiento a los primeros en la historia de la humanidad. Seguro que a Hofdstadter le encantaría que así fuera 🙂





