Semana Santa: la mejor época para terminar de ver Battlestar Galáctica

Ha sido definitivamente el mejor momento para decidir ir acabando de ver la serie Battlestar Galáctica. Especialmente teniendo en cuenta la cara de Jesucristo que tiene Gaius Baltar -más propio de La Última Tentación de Cristo que de obras más clásicas, eso sí-. Ni qué decir tiene que también ha influido, desde el año pasado, la imagen promocional que imita a la Sagrada Cena poblándola con los protagonistas (presidida por la cylon Caprica Six).

Vaya, lo único que falta es que mañana, cuando vea el último capítulo, me encuentre a la flota entrando en un vórtice espacio temporal y regresando a la Tierra como coro de arcángeles anunciando la venida del Señor. O convirtiéndose en nuestros antiguos dioses griegos (por aquello de las doce colonias procedentes del éxodo del planeta Kobol, donde los dioses se llamaban, qué casualidad, Atenea, Zeus, etc.).

En fin. No sigo, no vaya a acertar y pierda la sorpresa, o a fallar y se quede, como muchos dicen, en un final bastante penosito.

En cualquier caso el final me va a dar igual. Hasta lo visto, me he enganchado hasta las pestañas en todos esos personajes castigados permanentemente por sus contradicciones, sus deseos, sus sentimientos de pérdida y sus limitaciones -incluidos los en principio superiores cylons-; en sus historias llenas de claroscuros y desesperación; en su precisión para dibujar la ambición de poder, la honestidad -a pesar de errores mayúsculos- y el cariño.

Ah, y sí, dicen por ahí que además es una serie de ciencia-ficción.

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