… pero me lo arreglas tú (y se lo arreglas de paso a mis futuros hijos) sin pedirme que haga esfuerzos, ¿eh?, te aguantas cuando te critique un día sí y otro también por cualquier cosa que no me guste de cómo actúes para arreglarlo, de hecho te criticaré si cualquier acción que lleves a cabo no tiene éxito aunque sea mi falta de colaboración lo que lo cause, paso de estar pendiente del asunto (y te echaré la culpa si no te aseguras de tenerme al tanto), pienso que tengo facilidades adivinatorias y, como ya he visto que el problema no se arreglará nunca, decido que te mates tú por mí tratando de arreglarlo mientras yo sigo con mi vida como si tal cosa, que bastante tengo (al contrario que tú, que seguro que te pasas el día tocándote la barriga), y, por último, como esto se arregle alguna vez, no será por ti, sino por casualidades de la vida y por mi apoyo moral, y si se termina de romper, será por lo mal que lo has hecho, que ya te lo advertí.
Ah. Y lo que hagas por solventar mi problema me lo haces gratis, ¿eh? No vayas encima a pedirme dinero para poder llevar a cabo las gestiones que sean, que entonces sospecharé (si puedo, lo diré públicamente) que te lo estás quedando para montarte un negociete.
Podría deciros ahora en qué situación he visto últimamente este tipo de cosas, pero ya hay suficientes irresponsables echando piedras sobre su propio tejado y el de los demás como para pasarles los guijarros. Que se deslomen cogiéndolos del suelo, por lo menos.





