Orden y caos

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Igual que para labores creativas viene bien una buena dosis de caos existencial (o al menos mental), un recomendable equilibrio que module ese caos nunca está de más. Así, es bueno seguir algunas reglas y un orden en la vida, sobre todo si forman una red coherente y las construye uno a través de su experiencia.

Esta reflexión viene a cuento por una tontería: me gusta ver las series de televisión capítulo a capítulo. Sólo recuerdo haberme zampado de un tirón la magistral Damages (y es que me picó sobremanera), pero el resto las he dosificado. Es cierto que justo después del cliffhanger típico del final de cada episodio la primera intención (el caos) es chutarse el siguiente, pero ¿por qué no extender el disfrute a lo largo de varios días (el orden)? Además, así las puedes madurar más, y dejan más poso.

Así que esta tontería no es más que una leve reminiscencia del eterno arquetipo del binomio orden/caos que motivó la reflexión de más arriba (también hay análogos: bien/mal, luz/oscuridad, etc.).

Como dice Samson al comienzo del primer capítulo de la serie Carnivale:

Al principio de los tiempos, tras la gran guerra entre el cielo y el infierno, Dios creó la Tierra, y le concedió su dominio a un astuto simio al que llamó hombre. De cada generación nació un hijo de la Luz y un hijo de las Tinieblas. Grandes ejércitos se enfrentaron de noche en la antigua guerra entre el bien y el mal…

Y apareció la magia. Y la nobleza. Y una inimaginable crueldad.

Y así fue hasta el día en que un falso sol estalló sobre Trinidad, y el hombre decidió cambiar para siempre el milagro por la razón.

Ya sólo me quedan dos capítulos de la primera temporada 🙂

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