Las pulseras de monitorización de salud y el big data que tenemos encima

La proliferación actual de pulseras de monitorización de salud mola mucho. Sobre todo para los obsesos de la estadística: ¡cantidades ingentes de información personal de las que pueden sacarse una y mil correlaciones!

Qué curioso que todas, como si se hubieran puesto de acuerdo, vengan con una app que te suelen regalar amablemente y que te muestra los datos ya procesados. Los que ella quiere y como ella quiere, es decir, normalmente muy resumidos y/o de forma gráfica; no te dejan descargar todos los datos recogidos, muestra a muestra, “en crudo”, para procesarlos tú.

Y, claro, alguna gente se mosquea.

Es el big data en todo su esplendor: empresas que, cada vez más, viven de la recopilación masiva de datos que, luego, ellas mismas, o quienes se los compren o subcontraten, analizarán buscando cuál es la correlación del consumo de bebidas isotónicas con la actividad de la pulserita según el día de la semana (y la hora), y quizás también con el recorrido si llevamos gps en el móvil y otra app que nos trace el camino; la del consumo de ansiolíticos con la calidad del sueño y el número de llamadas telefónicas y su duración u origen en la jornada inmediatamente anterior; o cualquier otra combinación de información que pueda obtenerse comprando ésta (la información) a varios proveedores, que a su vez la obtienen gratis de sus felices clientes. Y así, distribuirán bebidas isotónicas donde más beneficio dé según esas correlaciones. O ajustarán las provisiones de ansiolíticos según el día de la semana, para optimizar la logística de transporte. O… en fin, infinitas posibilidades, algunas de ellas más oscuras que éstas.

No creo que esto sea malo necesariamente. Las cuestiones que plantea sobre el derecho a la privacidad son muy discutibles, porque nadie te está quitando ese derecho (todavía): basta con no comprar la pulserita. O con no hacerse una cuenta de facebook. O de twitter.

O con dar de baja la línea de teléfono.

O con dejar de mostrar tus pensamientos y opiniones en un blog abierto a todos los robots rastreadores del mundo.

Bueno, admitamos que en algún momento del futuro (muy) cercano, lo de que no te estén quitando el derecho a la privacidad y que sí te lo estén quitando va a ser un poco difícil de dilucidar.

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En fin, dejando un poco de lado a la sufrida privacidad, lo del big data, como todo, tiene sus ventajas y sus inconvenientes. Incluso aunque aceptemos regalarles información, algunos clientes somos tan quisquillosos que nos gustaría disponer de nuestros propios datos personales, para hacer cositas con ellos o quizás sólo para mirarlos, por aquello de que son nuestros y nos hemos tomado el trabajo de generarlos nosotros.

Menos mal que están los que se lo curran a base de ingeniería inversa, o los que se lanzan a crear las primeras pulseras abiertas (en el sentido de open-data) del mercado:

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Como siempre, predecir el futuro y, en particular, lo que va a pasar con todo esto, tiende a ser imposible.

Incluso usando técnicas de big data.

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