Últimamente da verdadero miedo ver cómo se destapan poco a poco las identidades de quienes tienen verdadero poder en el mundo, darse cuenta de lo ignorantes que éramos (que somos) y de que el común de los mortales sigue estando tan indefenso como en la Edad Media, más o menos, y sólo nos queda el tratar de pasar desapercibidos para que no nos pisoteen (y a veces, ni eso):
Basta ver el informe de Moody’s sobre la metodología utilizada para calificar a la baja la deuda pública portuguesa para constatar que la evaluación de las agencias es todo menos objetiva y rigurosa. En ningún caso queda claro por qué utilizan ciertos datos o despachan otros, ni mucho menos quiénes tienen acceso a la información que utilizan. Lo que sí parece evidente es que las agencias no califican del mismo modo a las empresas y a las instituciones públicas. Ni a los gobiernos conservadores, de derechas, que a aquéllos más reticentes a la hora de aplicar los ajustes.





