Uno de los mecanismos automáticos de defensa más infantiles es el consistente en enterrar y excusarse más de nuestra culpa cuanto más conscientes somos de ella, para no soportarla.
Todavía más curioso: luego nos asombramos al ver cómo el mayor responsable de algún problema público se lava las manos descaradamente.
Qué poco nos conocemos.





