Puede que la más clásica de las que me han pasado últimamente es aquélla del photoshop en las fotos de los envases (me pasa por tener prisa por hacerme algo que llevarme al estómago, pero tenía que haberme acordado un poco más de mis tiempos de estudiante):

Obsérvense esos tacotes pseudoamarillos que supuestamente son el huevo; lástima que no se distinga bien con mi móvil su sustancia indeterminada pero perfectamente separable del resto de lo que se supone que era pescado (no conseguí encontrar ningún trozo real de tal materia alimenticia). No puedo decir también “obsérvese” el sabor, pero era más o menos el mismo que el de cualquier alimento precocinado español (recuerdo que en los Estados Unidos se preocupaban por que las salsas al menos supieran a salsa).
Por otra parte, también podríamos seleccionar el no menos famoso ejemplo de la “técnica del inflado del paquete con aire” para hacerlo más prometedor para el bolsillo:

Que sin embargo queda en evidencia con sólo coger el paquete de otra esquina cualquiera y dejar que la gravedad haga su trabajo:

Si es que nos merecemos lo que nos pase…





