Efectos psicodélicos de una presentación

Aparte del cansancio, el calorcillo que queda después de ver la amabilidad (¡y paciencia!) de la gente, y la admiración por tantas horas que han echado algunos…

…algunas anécdotas:

-La constatación de la existencia de la tarifa Estrella de RENFE (mucho más difícil de encontrar que las estrellas del Mario Party 8)… y de que el que un fenómeno sea de lo más improbable (que encuentres disponible la susodicha tarifa y que además te dejen aplicarla igualmente a clase turista o preferente… ¡al mismo precio reducido!) no significa que no te pueda suceder en la realidad física que conocemos:

-El ver cómo algunos taxistas madrileños no se cortan un pelo en cambiar de la amabilidad más absoluta al más absoluto de los desprecios por sus clientes en el intervalo que va desde que te suben la maleta al coche hasta que les dices que vas más cerca de lo que ellos esperaban. Dos cositas: a) la próxima vez quizás prefieran no cobrar nada en absoluto, y b) cuídense ese carácter ciclotímico, no vaya a derivar en psicopatía o algo (no se merecen foto ¬¬).

-El contemplar al fin el libro en la mesa que hay junto a la entrada de la Casa del Libro de Gran Vía, aunque con cierto aspecto de ahogo, quizás por el trasero del guardia de seguridad al que le daba por sentarse sobre él sin darse cuenta de la tropelía literaria que estaba cometiendo (no me atreví a hacerle foto al interfecto, que tenía más materia en su cuerpo serrano, y por tanto más inercia en cada antebrazo, que yo):

-La maravillosa habilidad de Rafa (y la santa paciencia de Sonia) para construir maquetas y todo tipo de cosas (aunque no quepan en el salón de una casa, como por ejemplo una catedral), aplicada a los decorados del corto que se proyectó en la presentación:

-La increíble capacidad operativa del equipo humano, que montaban cosas tan rápido que hasta salían difusos:

-La similitud de dos que se enrollaron de mala manera con un par de persianas (tenían gente delante que les hacían creer que lo que decían era interesante, pero era para que no se sintieran mal los pobres). Dejamos constancia de lo que elaboraban las preguntas y respuestas con esta mirada al infinito y este gesto desafiante (“¡a ver si me contestas la tercera!”), pero en pequeño para no asustar mucho:

-La gente no huyó a pesar de que estos dos se apoderaran del escenario (¡vándalos!). Tampoco vimos que les tiraran nada a la cabeza. Incluso les pidieron que mancillaran los novísimos ejemplares con un boli del tamaño del fusible izquierdo de un condensador de fluzo:

Y con esta simpática instantánea damos fin a este anecdotario… ¡Más el 21 de Mayo en Málaga!

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