Recuerdo la época en que comprabas un álbum y hasta las canciones más flojas aportaban su granito de arena al resultado. En esa época odiaba escucharlo en otro orden que no fuera el que había diseñado su compositor, porque no sólo cada canción decía cómo era el disco, sino también su ordenación, y las pausas, y los títulos, y la portada…
Algo así como el cerebro, en donde las neuronas son sólo una parte de lo que hace que sea lo que es, existiendo un montón de células más funcionando, o como los genes, que son sólo una parte de nuestra definición, existiendo información más allá de ellos, en la epigenética que ahora está tan de moda investigar.
Hoy en día los álbumes de música han perdido bastante sentido como tales: casi todos escuchamos canciones sueltas y despreciamos las que no nos gustan, con todo el derecho del mundo, claro, pero con la pérdida de la epigenética del disco. No sé si los autores y los diseñadores del márketing se preocupan mucho por ella aún, pero me imagino que no se podrá evitar su pérdida definitiva…





