En general, desde chico, siempre me han gustado los “mundos pequeños”: extractos de mundo que parezcan sacados del real y que sigan reglas parecidas a las de verdad. Y que uno pueda mirar y estudiar “desde arriba”, incluso construirlos para que sigan otras reglas. Lo mismo es el afán de divinidad que todos llevamos dentro, pero precisamente ese gusto por lo pequeño y controlado (y/o controlable) es lo que me llevó a estudiar informática -y a escribir-, y de aquellos polvillos vinieron estos lodazales 🙂
Pero me desvío. El caso es que, de las maquetas, las que más me llamaron la atención siempre fueron las de papel (recuerdo las que nos regalaban mis padres para Reyes, algunas más detalladas que otras, y con las que era un gustazo ponerse a recortar, doblar y pegar). Pero de chico también me dedicaba a “montar el Belén” en casa: una tradición en España, también llamado “el Nacimiento”, consistente en hacer un diorama sobre el nacimiento de Jesucristo más o menos detallado -en algunos casos tremendamente minimalista, en otros verdaderas obras de arte- sobre un mueble, al que se le pueden añadir lucecitas y distintos dispositivos animados: hoy en día fabrican auténticas maravillas miniaturizadas, cercanas a los autómatas, quién me lo iba a decir.
Lo mío nunca fue religioso: no sigo ninguna religión, ni espiritual ni política ni musical, ni profeso idolatría de ninguna clase (ni siquiera considero “mejores” o “admirables” a los científicos más populares de los campos en que trabajo, simplemente los considero… populares; otra cosa son sus trabajos). Los amigos del cole que me escuchaban cantar “With or without you” en la iglesia cuando todos estaban con el “Salve Don Bosco Santo” podrían atestiguar este desapego a la fe y a los ídolos, y mi tendencia a ir contracorriente desde muy temprana edad… si aún me recordaran 🙂
Así que es que… Pues eso, que me gustan las maquetas 🙂 También montaba los belenes de la clase en el cole, recogiendo piedras, arena y otras cosas del patio, y llegando a rozar en ciertos momentos la muerte por electrocución al fabricar interruptores con dos chinchetas y un clip que no estaban precisamente pensados para una corriente de 220v. El de casa lo hacía temático, con materiales igualmente campestres: llegué a hacer un belén-selva, un belén-desierto (el clásico), un belén-rocoso, …
Hace unos pocos años mi santa me insistió en recuperar la idea y volver a montar en casa estas maquetas, así que desde entonces las hago al finalizar Noviembre y están ahí hasta que terminan las fiestas de Reyes. No voy a poner entero lo que he hecho este año, porque viola todas las leyes de la perspectiva posibles (por motivos sentimentales que no vienen al caso), pero sí un cachito que es más o menos presentable:

La verdad es que me lo paso pipa 🙂 Además, cada año vamos comprando algún muñequito nuevo (de esta serie en particular los fabrican de todas las regiones del país: tenemos desde muñecos de belén flamencos hasta maragatos, pasando por chulapos, abulenses y otros tipos más exóticos -colegiales, cenacheros y biznagueros malagueños-), y voy a intentar ir renovando también el repertorio para el decorado, que el castillo de Herodes del Carrefour está ya para ser derruido 😉





