Lo bueno de Internet es que da voz a todo el que quiera (y pueda pagarse el ADSL ;P), y que por tanto la cantidad de cosas buenas que antes no conocías y que ahora puedes encontrar ha crecido exponencialmente los últimos años (también la de cosas malas; pero eso está bien: te obliga a cultivar el sentido crítico).
Lo malo de Internet es que en “todo el que quiera” entran egos del tamaño de diez millones de internets. Gente muy necesitada de cariño y de autoestima. Asombrosamente, encuentran sus (a veces legiones de) acólitos, porque también debe haber mucha gente necesitada de líderes que piensen por ellos (pensar es taaaan cansado…), lo que realimenta el ego de los primeros.
Como todo lo que escribo aquí es un burdo intento de comprender el mundo, bastante inútil por mi parte, que, añadido a que cuanto más estudio menos sé, o mejor dicho, más claro tengo que hay mucho más que no sé de lo que sí sé, recuerdo últimamente mucho un dicho muy sabio, que se pierde en la noche de los tiempos -al menos respecto al nacimiento de Internet-, y que curiosamente no sólo no ha sucumbido a la web 2.0, sino que está ahora mismo en todo su apogeo:
El que habla no sabe; el que sabe no habla





