A los dieci-tantos años contamos (distinguimos) el paso de las horas, a los veintitantos, el paso de los días, y a los treinta y tantos, sólo nos damos cuenta del paso de los fines de semana.
No quiero ni imaginar a dónde lleva esta progresión geométrica (espero que sature, por lo menos, en el paso de los meses o trimestres, como mucho).
Qué gran artículo inflado -y celular- haría Punset con todo esto previa visita a alguno de sus grandes amigos premios Nobel.





