Entrevistando a candidatos para un contrato uno aprende varias cosas interesantes.
Una es que, por mucho que haya candidatos que se preocupen mucho de causar una impresión (la que sea; incluso los hay que no quieren causar ninguna), la impresión final se forma en base a la interacción candidato-entrevistador, o sea que mejor, como en el amor, sé tú mismo porque el resultado no lo vas a poder controlar muy fácilmente (si eres el candidato).
Otra es que con cierta experiencia el entrevistador puede llevar al candidato más fácilmente de lo que éste esperaría hacia un estado de ánimo en el que se incline a ser sincero. Algo así como la droga de la verdad pero en forma de pequeños gestos, formas de sentarse, tono de voz, etc.
Y otra es que si alguna vez alguien hace un estudio de la frecuencia de la enfermedad de la personalidad múltiple entre los profesores universitarios apuesto a que le sale un valor más alto de lo esperado. Quizás tener que alternar las entrevistas con las clases con la preparación de otras clases con la recogida de documentos (burocracia) con las tutorías (atención al cliente) con la investigación (más quisiera tener tiempo para eso) con la planificación docente del próximo curso con la preparacion de congresos propios con las contestaciones a los infinitos alumnos de escuelas indias que quieren venir a hacer una estancia con los proyectos fin de carrera con el mantenimiento de los recursos web de las asignaturas con la planificación de proyectos de investigación con la compra de equipos con el inventariado de los mismos, todo en el mismo día (y a veces en pocas horas) quizás, sólo quizás, tenga algo que ver.
(Y me dejo algo en el tintero, seguro)





