Y como siempre, porque ya es una constante todos los años en sus informes, entran [los empresarios con más capital de este país] en el gobierno de las universidades, para calificarlo de amateur, corporativo y colegial. Quizás lo sea [lo es], pero ellos no son quiénes para decirlo. Su solución: fuera los cátedros del gobierno universitario. La alternativa, naturalmente, nos la ofrecerán ellos: gestores especialistas procedentes de sus cuadros de directivos, que llevarán a la universidad como una empresa, regida única y exclusivamente por criterios de rentabilidad económico-financiera. El objetivo final de sus propuestas, dicen, es lograr un ahorro de 2100 millones de euros. Millones esos, y muchos otros que, dicho sea de paso, aflorarían rapidito -sin hacer caso de sus propuestas- si ellos dejasen de contratar en la economía sumergida -36000 millones-, de poner el dinero en las SICAV -no sé cuanto, pero mucho- y de llevárselo calentito a paraísos fiscales -tampoco sé cuanto, pero no será poco- para tributar como todo hijo de vecino. Se les olvida decir que en este país la gran empresa -no la PYME, que ni quiere ni puede- no invierte en la educación y la investigación. Se les olvida decir que en este país, los empresarios no están formados ni entienden la colaboración con la universidad; que la conocen poco y les interesa menos, salvo como fuente de mano de obra -becarios- barata. Se les olvida decir que aquí si una empresa apuesta por invertir en la universidad, espera un retorno cuasi-inmediato, porque no comprende que la investigación básica es la que hay que financiar, ya que es la que al final ofrece retornos de magnitud, pero a medio-largo plazo. Se les olvida decir, en definitiva, que la universidad de este país tiene que mejorar mucho [pero mucho], pero no digamos nada de la clase empresarial a la que ellos pertenecen.
Leído en el Blog del Profesor Anecado
(Las anotaciones y las negritas son todas mías)





