(Y que puedes encontrar en cualquiera, ya sea éste muy conocido o poco conocido, muy importante para el desarrollo de su campo o poco importante)
- Que suelten ecuaciones porque sí, sin deducirlas o sin dar referencias de dónde se deducen. Me da igual que sean triviales y me da igual que me las sepa ya. Un artículo junto con sus referencias bibliográficas debe ser autocontenido.
- Que den partes del razonamiento por pensadas por parte del lector, o sea, que asuman que el lector sigue la misma línea de razonamiento que ellos cuando ellos no explican qué línea están siguiendo al detalle.
- Que no expliciten cuándo se inventan algo ellos y cuándo es invención de alguien anterior.
- Que utilicen sus propios términos para referirse a cosas que otros ya han nombrado. Estoy hasta el gorro de darme cuenta después de mucho esfuerzo de que una cosa ya la conocía de antes, sólo que con otro nombre.
- Que usen la estratagema de inventar nuevos términos innecesariamente para evitar relacionarse con toda la teoría existente sobre los términos originales, no sólo reinventando la rueda sino reinventándola peor.
- Que su objetivo sea apabullar, especialmente con formulación matemática, en lugar de explicar. Es curioso cómo en ciencia, al igual que en literatura, es mucho más difícil escribir algo de manera simple que de manera enrevesada y confusa.
- Que no sigan el orden natural de las cosas cuando se explica algo: de abajo a arriba, normalmente. Dar bandazos de un lado a otro resulta odioso, de verdad.
En definitiva: que causen que el lector necesite exponencialmente más trabajo del mínimamente necesario para entender todas y cada una de las partes del artículo. Mi tiempo es oro. Si el problema se convierte en entenderles a ustedes y no al asunto en sí, dedíquense a la política.





