Quizás sea porque en realidad la excelencia no consiste en plantar árboles ni hacer calles para que se pueda ir a la Uni en un entorno sostenible y ecológicamente atractivo (a la par que dinamizador y transversal, por supuesto), ni en dar las clases con herramientas modernísimas, ni siquiera en gastarse mucho dinero en comprar aparatos muy caros… sino en cuidar de las personas que tienen talento, formarlas bien, darles facilidades para que sigan aprendiendo y no tener miedo de que destaquen por encima de ti, aunque tú tengas un cargo mu alto y mu importante.
Así de simple, y, por lo que parece con los gestores-políticos que tenemos, así de complicado.
Aquí dejo un recorte de una carta a La Vanguardia que lo dice de manera algo más alterada que yo (es de un investigador que regresó a España):
Los titulares que hacen eco de esta encrucijada en la que estamos muchos investigadores utilizan un lenguaje común que gravita en torno a la siguiente frase: “Fuga de jóvenes cerebros: el futuro del sistema de investigación en España”. Dejemos de hablar de “fuga”, nos están echando. Dejemos de hablar de “jóvenes”, ya no lo somos; la connotación es que como jóvenes podemos aguantar todo lo que venga y seguiremos luchando por nuestro ideal, pero no es así; muchos investigadores de esta generación están considerando seriamente dejar la ciencia. Dejemos de hablar de “cerebros”, nos están impersonalizando; tenemos estómagos a los que alimentar, y tenemos corazones a los que escuchamos cuando decidimos regresar a nuestro país para estar más cerca de nuestras familias, a la vez que seguíamos haciendo investigación; corazones que nos rompen cuando nos dicen que se van a incumplir con total impunidad los contratos que firmamos.
Dejemos de hablar de “futuro”; la connotación es que al ser el futuro hay tiempo, que la solución se puede posponer indefinidamente; no somos el futuro, somos el presente. Y por último, no puede hablarse de sistema de investigación en España, sino de una colección de parches que se están deshilvanando. No se puede consolidar un sistema de investigación a base de bandazos. La investigación no precisa de medidas drásticas puntuales sino de una apoyo sostenido y coherente. Es el equivalente a plantar un jardín y no regarlo.





