Sin embargo, el director de la Escuela de Informática, José María Troya, puso el dedo en la llaga y compartió con la audiencia un «problema», como él lo llamó, que padecen todos los que allí conviven a diario [en el edificio de las Escuelas de Ingeniería Informática y de Telecomunicaciones de Málaga, ya comentado hace un tiempo en este blog]. Los grandes espacios abiertos, con pasillos interminables, canalizan el viento y crean enormes corrientes de aire, que en otoño e invierno, hacen de este edificio un lugar inhóspito y desapacible. «Veníamos de El Ejido, donde a las mesas le teníamos que poner literas porque no cabíamos, y este edificio nos pareció espectacular. Pero, a veces, los arquitectos no piensan en quienes tienen que vivir en los edificios y no prevén algunos problemas, como los que padecemos aquí los días de lluvia, con cubiertas que dejan pasar el agua, y pasillos que encauzan fuertes corrientes de aire». No sorprendió a nadie, ni siquiera al profesor Boned, quien justificó el proyecto de Corrales «porque no existe nada perfecto». «Tuvo un fallo, era de Madrid y desconocía que en Málaga hiciera tanto frío», declaró.
Apuntó que el propio Corrales fue consciente de este «problema» e incluso realizó un proyecto con mamparas para eliminarlo, pero que finalmente quedó en proyecto por falta de presupuesto. De la Calle [la rectora] no quiso cerrar el acto sin apuntar que, superada la crisis, «confiamos en que podremos solucionar este problema».
Noticia sobre el reconocimiento público de las instituciones a José Antonio Corrales, Diario Sur 05/10/2010





