The Wire S01

      No Comments on The Wire S01

¿Cómo puede conseguirse que una serie sin grandes artificios, desde luego sin mucho presupuesto, con actores prácticamente desconocidos (incluso amateurs), y con un primer episodio que confunde bastante dado el elevado número de personajes -algunos casi indistinguibles en ese primer momento- consiga enganchar y llenar la cabeza de tal manera que no puedas cerrar la boca hasta terminarla?

Pues no tomándose prisa en contar las cosas, olvidándose de maniqueísmos, simplismos, mentiras a fin de cuentas que nos meten por los ojos hasta cuando no parece que nos los meten, retratando la realidad tal y como es, y cuando hay que tomarse licencias artísticas -que las tiene-, tomarlas justo para resaltar esa realidad.

The Wire (“La escucha”) es una pequeña maravilla. Presenta perfectamente las miserias cotidianas, especialmente las políticas (de las que parece que ningún país se libra en este siglo XXI de democracias tan avanzadas), pero en realidad las de cualquier estamento social en el que haya posiciones de poder y gente ambicionándolas. Refleja con claridad cómo por los actos y forma de resolver los conflictos de cada cual se puede distinguir bastante bien a la gente que no es que no quiera, sino que no acepta llegar a ciertos sitios (hacer ciertas cosas) con tal de conseguir un poder que, de todas formas, es efímero, seguramente lleno de minas y bastante vacuo, de aquella gente que está dispuesta a todo por conseguir avanzar hacia “arriba” en esta feria de las vanidades en que hemos convertido a nuestras sociedades y de la que últimamente ni siquiera queremos saber que existe (o lo mismo es que somos tan tontos que no nos damos cuenta).

Quizás la única diferencia entre lo que narra esta serie, ambientada en los Estados Unidos de América, y lo que pueda suceder en cualquier otro país, es la idea que tienen tan clara los americanos de quién es bueno -técnicamente- haciendo cada cosa y quién no, y cómo suelen reconocérselo al primero y no al segundo (aunque eso no evite que pisoteen al primero cuando haga falta, nos parezca contradictorio o no). Por supuesto, no pasa lo mismo aquí: en España nunca se reconocerá quién es mejor que quién en lo que sea, porque es de muy mal gusto. Aquí todos somos iguales. (El pisoteo es independiente: se termina produciendo de todas formas).

Cinematográficamente es una delicia ver como cuenta lo que tiene que contar (el trabajo policial para enchironar a una mafia de la droga de los barrios más pobres de Baltimore) con el detalle y la parsimonia con los que merece ser contado. Si hace falta que lo que pase sea una secuencia de tonterías cotidianas, eso es lo que se cuenta, y le dan tanto sentido a la historia como todo lo demás. Si hay que mezclarlo con algún acontecimiento más llamativo porque de vez en cuando la vida tiene esas cosas, pues se inserta con naturalidad y listo. Se toma su tiempo. El espectador va descubriendo a los personajes muy lentamente (ninguno es ni bueno ni malo ni todo lo contrario), y seguramente agobiándose al ver cómo las iniciativas que son técnicamente buenas van siendo arrolladas sin piedad por los intereses creados. Y cuando digo sin piedad, me refiero a sin piedad.

En resumen: quedo listo para afrontar la segunda temporada. Y las que hagan falta, si sigue como hasta ahora.

Facebooktwitterredditlinkedintumblrmail