Qué puedo decir de esta película… Recuerdo que la primera vez que la vi fue con un amigo (¡hey, Johnny! 🙂 ) en el Festival de Cine Fantástico de Málaga un año que tuvo que ser 1997 por el de la película, en el cine Alameda, y que estábamos viendo una película antes y que no nos dejaron ver terminar los títulos de crédito, y como Johnny era un pedazo de friki (¡hey, Johnny! :)), sólo que por aquella época la palabra friki no la conocía nadie, se enfadó mucho con el que nos había encendido las luces y cortado la proyección, y se empeñó en ir a reclamar, y resultó que nos hicieron caso y para compensarnos (para compensar a Johnny, porque a mí lo de los títulos no me interesaba tanto) nos regalaron por la cara la posibilidad de entrar a ver aquella cosa que se llamaba Gattaca y que estaban estrenando en la sala grande en V.O.S., y allí fuimos a sentarnos en los únicos dos asientos que encontramos en una esquinita pero que se disfrutaron igual que si hubieran sido fila central, y se nos saltaron los lagrimones cuando nos encontramos con la primera peli de ciencia ficción de nuestra vida en la que no aparecían naves espaciales (bueno, sus estelas de despegue sí) ni tecnología futurista (salvo la que da base a la trama, pero que no sale en sí misma nunca) ni personajes de cartón piedra musculosos o envueltos en exoesqueletos matando aliens, sino personas sintiendo, sufriendo y luchando contra sus limitaciones humanas.
Y lo flipamos. Y cuando reconocimos la música de Michael Nyman (nos perdimos los títulos de arranque y nos pilló de sorpresa) los lagrimones fueron del tamaño de Oklahoma.
Qué decir de una película tan bonita, tan cuidada estéticamente, con esos pedazos de actores y actuaciones (especialmente la de Jude Law, cómo no), con ese guión perfecto que te mantiene en tensión a pesar de que la acción es mínima, con todas esas posibilidades de intrerpretarlo que da al espectador (simplemente como reflexión sobre los futuros efectos de la selección genética, pero también como la manera en que las sociedades modernas no premian a los mejores para un puesto, sino que se vuelven más y más arbitrarias conforme más complejas se hacen, o cómo la vida es impredecible y por mucho que se crea uno merecedor de algo es mejor estar preparado para seguir adelante hasta conseguirlo, cueste lo que cueste, dadas nuestras imperfecciones, etc.)…
En fin, en cuatro palabras como cuatro son las bases del ADN: qué decir de Gattaca.






