Épica mentira

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Curiosa la tendencia de hace ya unos años de usar música épica, de la de los clímax de Gladiator o los trailers de Batman o los videojuegos, para despertar la adrenalina y desbocar la imaginación en multitud de cosas bastante más prosaicas que una carga romana contra los salvajes del norte de la que depende la caída del Imperio que domina el mundo civilizado en el primer milenio.

Así, tenemos hoy anuncios de partidos de fútbol que parecen batallas de Mechwarriors (el deporte quizás fue el primero en adoptar esta opción musical-3D para el márketing; ahora ya es exagerado: hasta he visto carreras de pods para anunciar las de fórmula 1, infinitamente más aburridas que una carrera de pods), anuncios de juguetes para niños o, como ayer, el anuncio de la película o el engendro que hayan querido hacer (no me fijé mucho) sobre la muerte de Paquirri con una banda sonora que recordaba la caída de Gandalf a los abismos de Moria arrastrado por el Balrog.

Curiosa la necesidad de estimular más y más y más la sed de situaciones trascendentes, épicas, de las que depende el futuro del universo entero, ésas que no existen, en un espectador ya demasiado acostumbrado a demasiadas cosas, transmitiendo para ello emociones exageradas que no pegan ni con cola con lo que se cuenta. Ni más ni menos que inmensas mentiras, que es normal que se trague sin dificultad un niño de siete años (a mí se me ponían los pelos como escarpias cuando sonaba la música de Mazinger Z), pero que parece que también a los adultos nos deben de hacer algo de tilín, a pesar de tener bastantes más experiencias que un niño de siete años de lo que es la verdadera realidad (supongo), porque si no, no nos las meterían por los ojos y los oídos a todas horas.

Y curiosa la ignorancia por parte de los que perpetran estas cosas de que, necesariamente, ese in crescendo emocional en la mente humana termina provocando decepción, y no sólo eso, sino que tiene un límite a las cantidades de adrenalina que puede desencadenar, y que también hay formas de despertar el interés que no necesitan Dolby Surround ni síntesis 3D digna de Final Fantasy. De hecho, muchas más que de las otras.

Por eso me gustan cada vez más cosas como In Treatment, o Mad Men. Será que me estoy haciendo verdaderamente mayor.

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