Una regla de oro de los contadores de historias

Tomo prestada una frase del portal literario en el que colaboro (Literatura Prospectiva), de una entrada de Julián Díez sobre la reciente muerte del escritor Philip José Farmer, autor, entre otros, de A vuestros cuerpos dispersos:

[…] una regla de oro de la cf: no expliques el fascinante mundo que has creado, pues posiblemente lo estropees.

Vengo dándole vueltas a esa misma idea desde hace años. Pero yo no la considero una regla de oro de la ciencia ficción, sino de cualquier historia. Si no, pensad en vuestra serie favorita de TV, la que más os enganche, y ved qué parte de ese enganche se debe a lo que aún no os han contado…

Es decir: lo mejor de una historia es lo que no se cuenta; lo más interesante es lo que no está ahí; para contar algo que atrape, no lo cuentes.

Hay varias formas de lograr resolver esta aparente paradoja: no contar nada hasta el final (quizás la más torpe), no contar nada (historias abiertas, la más exigente para el lector), o contarlo sin que parezca que lo cuentas (la más difícil).

Por este tipo de cosas, entre otras, es por lo que la literatura es un arte. Y también por eso es maravillosa.

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