"El tren de Lyon iba repleto hasta los topes"

Tartessos DesveladoAlgo se mueve en la oscuridad… Una amenaza tangible, que si te acercas no es que te acaricie, es que te pega una torta en la cara que te deja temblando. Abres la página y… ¡plas! Una falta de ortografía digna de un niño de primaria (que son faltas muy bien pergeñadas, ya que los niños de primaria están mucho mejor preparados que sus padres, como bien sabe todo el que ve la tele).

Te deslizas por los párrafos tratando de retomar el hilo de la cuestión hasta que, de nuevo de improviso, ¡zas!, un adjetivo que no significa lo que el escritor creía que significaba, allí a su suerte, dejado de la mano de Dios, sin mamá semántica que lo arrope con el resto de las palabras de la frase…

La Inefable Sombra del VientoAún no te rindes, sigues (cada vez con más esfuerzo) para no perder el último destello de magia de lo que leías y… ¡tracaflás!, una redundancia tan clarita y tan espontánea que casi se te saltan las lágrimas.

¿Es una impresión mía o esto se está convirtiendo en una costumbre últimamente? Porque anda que no hace que yo leí un libro con faltas de ortografía, de sintaxis o de semántica. Que yo recuerde antes no pasaban estas cosas con tanta alegría…

Y desde luego del libro que las tuviera no iban a hacer 50 ediciones.

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