¿Tendrán futuro los blogs?

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No quería titular esta entrada “¿Tendrá futuro facebook?”, porque en realidad viene al hilo de un comentario de otro blog, y no pretendía repetir nada de lo dicho allí, así que hablaré más en general.

Todos los “inventos” de la web desde hace años (cuando comenzaron los blogs, luego el microblogging, las redes sociales, etc.) han provocado diversas reacciones entre los internautas, que se pueden resumir principalmente en: a) volcarse absolutamente con la cosa en cuestión como si fuera una nueva religión, o una marca de modernez, o de diferenciación frente a “los que no son pioneros”, b) incomprensión (“no sé para qué puede servir escribir lo que se te pase por la cabeza para que lo vea todo el mundo…”), c) rechazo (“terminará por desaparecer porque no sirve para nada y además me hace perder el tiempo y además las compañías se aprovechan de mis datos y además…”).

Es curioso ver, durante la evolución de cada cosa, la transición de estado entre la gente: los que siempre se quedan en a) (hasta cuando el invento muere), los que pasan de c) a a) siguiendo todo el rato en b), etc.

Mi opinión al respecto es que creo que estas creaciones son simplemente muestras de ingenio humano, y que las reacciones son las normales cuando se está tratando de averiguar para qué sirve un nuevo invento. Y que su imagen nace fuertemente distorsionada por la popularidad -que no indica nada sobre su utilidad o calidad- que pueden adquirir, siempre impredecible y exagerada (o todo lo contrario: nula a pesar de ser útil y bueno el invento). Porque cuando se crean, y casi siempre durante un buen tiempo después, no se sabe realmente para qué pueden servir (ojo: se cree que se sabe, se dice mil veces para qué sirven, pero a poco que rascas en los análisis, en realidad nadie lo sabe).

Muchos de estos inventos han tenido utilidades concretas que no estaban previstas (la última que he oído es usar Twitter como medio de publicación de nanorrelatos, es decir, como medio literario; ni se me había pasado por la cabeza), o derivaciones hasta encontrar un sitio adecuado (como cuando comenzaron a usarse los blogs como medios colaborativos de información, o cuando dieron lugar a los fotologs).

Muchos de estos inventos desaparecerán, y otros quizás no (aún siguen siendo muy útiles las listas/foros de correo de hace tantos años), pero todos, todos, cambian hasta tomar la verdadera forma que las necesidades de sus usuarios encuentran para ellos. Ni más, ni menos.

En resumen: lo que tengo cada vez más claro después de haber asistido al nacimiento, cambio y muerte de unos pocos, es que todo lo que dicen sus creadores acerca de la utilidad del invento suele estar bastante errado: son los usuarios, después de un largo uso, quienes definen su utilidad (o deciden que no la tiene), y quienes terminan obligando al invento a ser cambiado hacia donde ellos necesitan. Y no he visto todavía ningún caso en que esa utilidad final haya sido predecida correctamente…

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