(rompiendo las dos barreras de seguridad de mi sistema de backup como quien se aparta el flequillo)
Así que como no me debo estresar, celebrémoslo compartiendo con mi distinguida audiencia nuestra última adquisición en cuestión de electrodomésticos. Hele aquí:

Olvídense de probar cualquier otra maravilla tecnológica del siglo XXI, de ésas de líneas estilizadas y futuristas que parecen capaces de volar o conectarse por wifi a tu móvil, o de las que tienen un manejo del color superior a la blancura uniforme sólo para que parezcan compatibles con el Enterprise. Si quieren exprimir, usen el Braun-fernando-esteso. Nosotros llevamos destrozados unos pocos de otras marcas y modelos porque son una mierda (muchos los hacen de puro plastiquito todo; éste no llega a usar remaches de obra por los pelos: porque han obtenido el mismo efecto con tres tornillacos).
Qué más da que hace casi cuarenta años mi madre tuviera uno igualito en la cocina de casa. A éste nuevo que acabamos de comprar le llamamos el exprimidor Cuéntame, por nostalgia. Exprime rapidísimo (tengo que probar a exprimir secreto ibérico: seguro que puede), no se resbala (la gravedad y su masa de más de un kilo lo impide), apenas hay que hacer fuerza… en fin, que le da mil vueltas, funcionalmente hablando, a todos los demás. Y ya se sabe, si funciona no lo toques.
Y ahora me voy a llorar un rato sobre el teclado del ordenador.





